Hubo un tiempo de dudas y recelos,
del medroso dilema
que sueña mientras duerme
y con la verdad pura se despierta.
Un tiempo que dio paso
a la ilusión, a pactos, a promesas,
a llamadas perdidas en la noche,
a cartas inocentes y sinceras.
Fue aquel tiempo de afectos clandestinos,
de fugas y sospechas,
de miradas furtivas
y labios que enmudecen cuando besan.
El tiempo de los ojos chispeantes,
de sonrisas eternas,
de tímidos mohines amorosos,
del quererse sin límite y barrera.
Tiempos de vino y rosas,
que huyeron al olvido, sin secuela
¡Ay, qué tiempos, amiga!
qué tiempos del amar, y cuánta ausencia.