¿Y qué, si son oscuros?
si son finas insignias de azabache,
de brunas turmalinas
y nocturnas membranas penetrantes.
Misteriosos, quizás,
porque el iris es luz indescifrable
que oculta, de sus cuencas,
el brillo que le otorgan sus cristales.
¿Sabes? También es negra la obsidiana
y suave como el jade,
y la noche hechicera y seductora
tan bella como el ónix y el diamante.
Y aunque jures odiar su tornasol
porque piensas que es lóbrego y salvaje
y, tal vez, taciturno
y el fondo de los mares,
créeme, que esos ojos son las joyas
por donde ven los ángeles.
De auditu 