Hay quien dice que es tonto pero majo,
un bienvive haragán y perezoso,
el que busca perenne estar ocioso
y librarse por vago del trabajo.
Si hay faena él se excusa: -¡vaya cuajo!
consiguiendo escaparse siempre airoso
del encargo; que es algo mentiroso
y se queda rascándose el badajo.
Para fiestas es mucho más dispuesto,
un zanguango que torna en diligente
cuando atisba un indicio de jarana.
Y aunque viva como un adolescente,
el alcohol le deja algo traspuesto;
le duerme tal si bebe una tisana.
¿Un beso?
Divisé querubines de marfil
tras el tímido friso de sus labios
y un lánguido rubor
debajo de sus ojos timoratos.
Percibí que, en el húmedo pretil
de su boca, un clavel imaginario
brotaba melancólico
en busca de mis labios solitarios.
Sentí, como una brisa
exhalaba con místico recato
desde el hondo estertor
de su cándido pecho inmaculado.
Abrigué la esperanza
de gozar del placer de su contacto,
de fundir sus ribetes temblorosos
con los míos, ligados al presagio
del presumible roce del deseo
con el edecán vicio del pecado.
El cielo de repente se apagó,
tiñéndose de sombras el ocaso
y sólo distinguí
las luces de un relámpago.
Ni labios, ni claveles, ni esperanzas.
Quizás estoy soñando.
Perdido
Me perdí entre los sesgos de sus ojos,
en la oscura oquedad de su mirada,
en el glaciar abismo
del inmenso talud de sus pestañas.
Navegué por el quicio de sus labios,
por su boca oceánica,
bajo la marejada que, en su lengua,
los besos provocaban.
Descarriado surqué
de su cuerpo su piel y sus membranas,
de sus senos la cálida textura,
del virgo su metáfora.
Y vagué, sin un rumbo hasta el infierno
que es arder extasiado entre las llamas
del rapto contumaz
que cabalga marcial sobre sus nalgas.
Un náufrago, un errante, un vagabundo,
un espíritu impar tras un fantasma,
en tal me convertí
por querer cautivar, audaz, su alma.
Mujer, libre y viva
Viva y libre, mujer trabajadora,
libre y viva, lejana a la violencia,
libre, si exhibe el don de su presencia,
viva, por siempre fuerte y luchadora.
Libre, que es ley la ley libertadora,
viva, si su voz nada la silencia,
de su género libre por esencia
y libre virginal o vividora.
Mujer que reivindica la igualdad,
la justicia social en perspectiva,
que elige sobre el cuerpo en libertad.
Mujer, sin «sí» será la negativa,
pues busca respetar su voluntad.
Mujer; igual te quiero, libre y viva.
El bailarín
Quedose el bailarín más bien celoso
leyendo del Bermejo su soneto
y aunque no entienda nada, por cateto,
requiere de mi verso fabuloso.
Entonces, como siempre, generoso,
le explico del asunto su secreto,
de cómo se elaboran como un reto
las rimas con un ritmo melodioso.
Es cierto que de coplas sabe poco,
igual que el mostagán de su aliado,
por eso de cultura va raquítica
la gnosis que alimenta bien el coco.
Y a fe de su jactancia de ilustrado
no sabe ni de fútbol ni política.
Bermejo
Qué trauma para Antonio ser bermejo,
camino desde el blondo al encarnado,
pudiéndose quedar en el dorado,
sonroja poco a poco por pendejo.
Procura no mirarse en el espejo
por mondo que, disfraza en el pelado
que, el rubio, si del sol se halla tostado,
rojizo va tornando por más viejo.
Es rucio por jumento y por cobrizo.
De pelo, que de cara es escarlata,
quizá porque de tanto comer nata
le suben los colores al rollizo.
Si corre, ruboriza por ser flojo;
si facha, pues Bermejo es casi rojo.
Efemérides
Me sumerjo en el escarnio
del vacío que desliza
el onírico abandono
del repudio sibarita.
Y el ultraje descarnado
se marida en el estigma
con la pompa deshonesta
de un desaire con mil ínfulas.
Allá va, a la sepultura,
la esperanza fugitiva
que creyó en unas promesas
reducidas a mentiras.
El sepelio del afecto
lo consagran las reliquias
de efemérides borradas
en el mármol de esta cripta.
De esta cripta de amoríos
donde yacen las esquirlas
de los besos olvidados
en la gris melancolía.
Labios mentirosos
Si asoma por sorpresa de repente,
sereno le diré: -no te conozco-,
a aquella que negó
con terquedad los sueños de mis ojos.
Aquella emperatriz de la evasiva,
beldad del abandono,
que ingrata se burló de mis plegarias
hiriendo de mi ser en lo más hondo.
Y entonces con firmeza
invertiré los sesgos de mi rostro,
quizás a un horizonte baladí
de indicios melancólicos.
Presagio la congoja de su cara
turbarse del asombro,
tal vez por no entender que ahora soy yo
el quiz de su bochorno.
Seguro que mi mente encontrará
recuerdos de aquel gozo
que, siempre que al rozarla,
sentían mis entrañas desde el fondo.
Incluso algún atisbo de ilusión
por lances que acontezcan en remoto
pudiera persuadirme
a caer nuevamente en sus antojos.
Mas, firme al alegato pertinaz
que exprese en su responso,
mi orgullo imperturbable mostrará
que al daño no hay retorno.
Conclusa la insistencia y la paciencia
añado en su presencia que, ni loco
soporto que se posen en mi boca
sus labios mentirosos.
Eres polvo
Que la vida es un baldío
donde vagan las ausencias,
que la muerte es el destino
que impasible nos espera.
Que la carne es el vestigio
de cenizas que modelan
en los lúgubres sepulcros
las marmóreas canéforas.
Que las flores en las tumbas
son estambres de tristezas
que germinan en los sueños
pereciendo en la entelequia.
Que en la génesis fui barro
y en el término soy ciénaga.
Que las lágrimas son lluvia
sobre el polvo de la tierra.
Por ese lunar…
En la cena dos miradas
chispeantes por el vino
nos marcaban
el camino.
El camino hacia las sábanas
por la senda de un suspiro,
con las mantas
de testigo.
Esperamos que marcharan,
uno a uno, los amigos
que brindaban
divertidos.
Del trabajo la compaña
que socorre en el oficio
y en la gala
del bullicio.
Compartiendo de algazaras
y bebida en regocijo
en las tascas
y garitos.
Y al final de la velada,
tras un beso clandestino,
te abalanzas
sin prejuicios.
Que te lleve a una posada
me susurras al oído,
tú, excitada,
yo, encendido.
Y en la alcoba, si más trabas,
nos libramos del cobijo
de templanzas
y vestidos.
Sucumbieron nuestras ganas,
liberadas del presidio,
a las llamas
del delirio.
Por el lunar de tu cara
te convertí en mi capricho.
Por tus ansias,
en mi vicio.